30 de agosto, 2013
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Indiespensable
6×6 — Juegos favoritos de mis hijas en el verano

El verano se acaba ya… ¡por fin! Puede llegar a ser un poco exasperante para los que tenemos hijos. Al inicio del verano lo puedes ver, en los corros de vecinas, en las redes sociales, todos los padres entran en pánico ante la perspectiva de tenerlos a ellos en casa. Hay que tenerlos entretenidos todos los días, las 12 horas del día (porque se levantan a las 12 y se acuestan a las 12). Los padres jugones tenemos suerte, tenemos a nuestra disposición nuestro hobby favorito, pero por desgracia para nosotros los juegos orientados a niños y que de paso los padres podamos disfrutar no abundan mucho.

Así que, ¿qué mejor que dejar que mis hijas decidan el contenido de este combo?

La mayor (11 años).

«Fez», it’s awesome!

Polytron Corporation, 2010

Al principio del verano Fez, literalmente, lo petó en mi casa. Es un juego que nos hemos pasado a dobles. Tímida al principio la mayor me ayudaba con los puzzles dictándome las secuencias de tetrominos mientras yo controlaba al simpático perro Gómez. Pronto la irresistible atracción de la mecánica principal le atrajo lo suficiente como para tomar ella misma el mando; nos alternábamos en los largos recorridos por este mundo. Pero un juego de exploración con un sistema cerrado, una vez que descubres el código, no queda mucha más diversión. Siendo el juego de exploración con un sistema cerrado al igual que cualquiera de la sagaZelda, cuando descubres todos los sistemas del juego no quedan muchas más sorpresas por descubrir. ¡Un cofre! ¿Qué contendrá? ¿Flechas, bombas, o rupias? ¡Rupias! ¡Qué sorpresa! Y así desde que se descubre todo el sistema hasta el último cofre. Pero en Fez la promesa de misterios inconcebibles más allá de la mente del pueblo perruno, nos mantuvo enganchados hasta el final.

Fez es un juego generoso en profundidad, nos permitió mantener conversaciones sobre el origen del universo, el fin del universo, y el origen de la vida, y yo notaba como mi hija realizaba conexiones sinápticas nuevas sobre temas importantes. Y eso, citando a Phil Fish «It’s awesome!».

«Knytt Stories», entorno seguro

Nifflas, 2007

La habilidad de plataformeo de la mayor ha aumentado notablemente durante el verano. Y esto ha sido gracias a Knytt Stories. Hablar de Knytt Stories en realidad es como hacer otro combo, pues más que un juego es un sistema para contar historias, historias no violentas de plataformeo constante. Knytt Stories se nutre de las historias que crean los fans con el editor incorporado, proporcionando desde el origen, de decenas de juegos diferentes de todo tamaño y condición. Y es un juego que por sus mecánicas de plataformeo está indicado incluso para la más pequeña, que de vez en cuando le ponemos alguno de exploración con grandes mundos abiertos, y se lo pasa pipa viajando de un lugar para otro.

Últimamente he sorprendido a la mayor jugando a las historias catalogadas como Difíciles. Pensé que las nuevas generaciones crecidas en J-RPGs (Pokemon) y juegos casuals, jamás adquirirían la habilidad necesaria para el plataformeo duro, como yo cuando con ocho años ya saltaba entre plataformas al límite en Manic Miner (Matthew Smith, 1983). Knytt Stories, lo ha hecho posible.

Así como empezar a desarrollar sus primeros juegos. Cuando una niña descubre que puede crear sus propios mundos con el editor de Knytt Stories, alucinan… Y eso, citando a Phil Fish «It’s awesome!».

«Costume Quest», ¡es carnaval!

Double Fine Productions, 2010

¡Un momento! ¿Es esto indie? Pasemos este debate por alto un momento, que ahora después viene ¿Dónde está mi agua? (2011) y está publicado por Disney Mobile.

Si existe una compañía establecida que ha emborronado los límites de lo que es indie y lo que es mainstream hasta dejarla irreconocible, esa famosa linea delgada de la que todo el mundo habla, esos son Double Fine Productions, la compañía liderada a golpe de humor por Tim Schafer. Costume Quest fue uno de los cuatro primeros salidos del horno de la jam anual de la compañía llamada Amnesia Fortnight. Por tanto, fue uno de los propicios vientos de cambio que estableció a la compañía en su actual política de dejar de lado los juegos enormes y costosos, por juegos más pequeños, más concisos, e independencia creativa. La tan ansiada libertad creativa derivó finalmente en la aceptación y abrazo de los dólares a través de crowfunding.

Costume Quest, aunque un juego limitado y algo repetitivo, es tan encantador que es fácil pasar por alto sus problemas, con un estilo lleno de magia tiene una premisa encantadora: los gemelos Raymond y Wren son nuevos en el barrio, han llegado en pleno halloween, y salen a la calle disfrazados en busca de caramelos y nuevos amigos. Por accidente caen en una trama siniestra de robo masivo de caramelos por monstruos de otra dimensión llamados bocaditos, y uno de los gemelos es raptado. El otro, junto con los nuevos amigos deberá recorrer los barrios de la ciudad haciendo el truco o trato en esta aventura de rol donde cada encuentro con los monstruos se resuelve de manera espectacular: los disfraces cobran vida y los niños se trasforman en gigantes, un mecha tipo Mazinger Z, un caballero, un ninja, hasta un unicornio, en combates por turnos tipo Wizadry o Final Fantasy. Es una gran iniciación al rol, y a los combates por turnos, sino fuese porque los niños ya vienen de vuelta de todo gracias a Pokemon.

«Little Inferno», Papi, ¿porqué la tata quema a los niños del autobus?

Tomorrow Corporation, 2013

Mal padre. Eso es lo que soy. La mayor, con 11 años recién cumplidos creo que es lo suficientemente madura para jugar a Little Inferno, este pequeño simulador de chimenea de la mano de los chicos de World of Goo más uno, estos son Allan Blomquist, Kyle Gabler y Kyle Gray. Little Inferno es una aguda e inteligente parodia/crítica de los juegos mal llamados sociales que abundan en Facebook y del modelo de financiación por micro-transacciones. La moraleja de la historia no sólo se limita a «aléjate de las redes sociales», sino que posee una gran profundidad y carga emocional, muy en linea con la novela juvenil El Ladrón de Días (Clive Barker, 1992), muy valiosa para una preadolescente.

La menor (4 años)

Pero una niña de cuatro años es cosa diferente, el juego tiene contenidos que pueden dejar perplejo a un niño: menores (de juguete) que arden, animales (de juguete) para liquar, explosiones e incendios (de verdad, en el universo del juego). Pero ella, sencillamente, se lo pasa pipa quemando cosas (o congelándolas). Es su juego favorito sin lugar a dudas, no pasa un día sin que me recuerde «quiero jugar a Little Inferno» con esa medio lengüa tan caracteristica y tan graciosa de los niños de su edad. El juego es casi mágico, es una fascinación ancestral quedarse embobado mirando al fuego… quemando cosas, instaurada en nuestro ADN desde los tiempos en que los hombres se acuclillaban en la entrada de la cueva, calentándose con el fuego y mirando hacia las estrellas. Mi hija quema las cosas con la misma fascinación, así que tuve que decir las palabras obvias, «cariño, tu sabes que no debes jugar con fuego, ¿verdad? te puedes hacer mucho daño, y esto es un juego y no es real». Pero Little Inferno está excelentemente diseñado y su control es tan intuitivo que lo hace irresistible para una niña pequeña que apenas puede controlar el resto de juegos. Es una paradoja, un juego con contenidos dudosos con una interfaz asequible para los niños. No quiero ni imaginar lo que debe de ser jugar en iPad, acercar el dedo y… ¡fuego! Debe de ser mágico.

«Gaurodan», el pájaro de destrucción

Locomalito, 2013

La memoria de la pequeña es breve, o generosa. Si le preguntas otra vez qué juego le ha gustado más este verano responderá.

«El del pájaro de destrucción»

Mi hija lo flipa con Gaurodan. Es otro juego que puede controlar sin ayuda de nadie, gracias a su re-rescatado/novedoso/antiguo sistema de control.

¡Morid todooooos! ¡Mátalos a todos, Pájaro de destrucción!

Si los videojuegos no existiesen, los niños estarían todo el día en la calle torturando perros y apedreándose mutuamente en batallas campales entre barrios (como hacíamos en mis tiempos). Los juegos violentos canalizan ese deseo irrefrenable de violencia de los niños, les enseña la valiosa lección del círculo mágico: que dentro del juego nada es real, y en contraste se hacen conscientes cuando hieren a alguien en la vida real. Sinceramente, les fascina la violencia. No importará si la edad recomendada para Silent Hill (Konami, 1999) es 16 años, todo niño de 10 a 15 años se lo pasa de miedo destrozando monstruos. Hoy día juegan a Amnesia: The Dark Descent (Frictional Games, 2010) y son fans de los juegos ultraviolentos triple A. No es una cuestión de si la violencia o la ausencia de es saludable para su desarrollo mental sencillamente están predispuestos a ella por naturaleza.

«Whale Trail», buen diseño para los más pequeños

ustwo Studio, 2013

Si le preguntamos por tercera vez, nos dirá que su juego favorito es ¿Dónde está mi agua?… «eeeeh, de ese no podemos hablar hija, ¿no era en realidad el de la ballena?»

¡Siiiií, mi juego favorito es el de la ballena!

Whale Trail es una app ganadora para iPad, esa máquina maravillosa inaccesible a la mayoría de humanos. El juego es otro irremediable «clon» del concepto de juego de cuando viajamos en coche y con la ventanilla bajada hacemos volar nuestra mano en patrones de onda sinusoidal. Los más imaginativos creerán que esquivan postes de teléfonos, árboles, colinas y que cazan nubes. Esta fantasía infantil se ha visto reproducida en innumerables juegos y aplicaciones para móviles, como por ejemplo el delicioso Tiny Wings (Andreas Illiger, 2011).

Whale Trail tiene como protagonista a una ballena que exuda un arcoiris mientras vuela por el cielo tras un rastro de nectar vital y estrellas sonrientes, para combatir noseque del mal y cualquier justificación absurda que de contexto a este simpático juego. La experiencia es psicodélica y exuberante, es imposible jugar a esto sin sonreír como un crío. Y claro, a los niños les encanta. Pero el juego tiene gravedad y muerte por caer en el abismo de debajo de la pantalla, con lo cual la jugabilidad es demasiado frustrante para ellos. Pero ete aquí que un día el desarrollador ustwo eliminó en una versión alternativa la muerte por caída y la ballena remontaba el vuelo siguiendo la susodicha onda y voilà!: Whale Trail Junior, misma simpatía, cero frustraciones = profit!. Fue muy divertido ver como por primera vez mi hija recibía la satisfacción de haber completado un nivel por si misma. You know, la experiencia jugona de una niña menor de 5 años es un cúmulo de frustraciones.

¡Lo he conseguido! – gritaba emocionada.

Por desgracia si quitas toda frustración, la vida se acorta sensiblemente, en veinte minutos ya había completado todas las fases y había desbloqueado todas las ballenas. Pero, ¿para eso se han creado las microtransacciones, verdad?

Conclusión

Los juegos asequibles para niños, ya sea por diseño (Whale Trail Junior) o por accidente (Gaurodan) no te permitirán escaquearte de tus labores de padre del siglo XXI. Diseñar para ellos es todo un reto en si mismo y los valores a tener en cuenta son muy diferentes de los juegos convencionales. Necesita otro tipo de ritmo. Olvidarse un poco de los clichés de cada género; por el hecho de que sea un plataformas no tienes porque torturarle con saltos al límite y penalizaciones extremas. Y ellos valoran mucho más la rejugabilidad; de hecho sólo un niño es capaz de ver su película de dibujos animados favorita 5 veces al día, los 7 días de la semana. Encontrar este tipo de juegos que por suerte se adaptan bien a sus necesidades te permitirán romper durante un momento esas cadenas de esclavitud perpetua bajo las que nos tienen dominados a los papás jugones estos niños del siglo XXI.

Acerca de Ruber Eaglenest


Es diseñador de videojuegos, co-fundador de la compañía familiar Wingless Little People. Editor de Indie-o-rama, crítico, escritor, y entrevistador, además es autor de Ficción Interactiva (o Aventuras Conversacionales) y teórico del medio, donde es conocido como El Clérigo Urbatain. En sus ratos libres es arqueólogo de mundos video-lúdicos virtuales.

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