07 de marzo, 2015
Diario del Desarrollador CI – Obsesiones

Tengo un gran número de obsesiones. A mi me gusta llamarlas filias, aunque apunta más hacia el gusto o el amor por algo que la obsesión como tal. La obsesión es escuchar una canción veinte veces en media hora porque no puedes parar. O ver una película dos veces al día durante semanas. O mirar una imagen hasta que los ojos se resecan, hipnotizado. Jugar, olvidándote de las necesidades más básicas como comer o mear. Todo esto me ha sucedido. Y yo lo llamo filia.

Escarabajos

Estoy con el café, no os voy a engañar. Los DdD siempre parecen ser el lugar perfecto para confesarse. Si alguna vez mato a alguien, vendré aquí a confesarlo. Con un poco de suerte, nadie lo lee y salgo indemne. La policía no encontrará ninguna pista, estarán atonitos ante un crimen tan perfecto. El caso se cerrará y continuará así durante años. Aunque haya una persona obsesionado con ello. Y un día, casi de casualidad, encontrará el DdD CCCIV en el que confieso haber matado a una persona con mis manos desnudas. Bueno, yo qué sé, la historia comenzó conmigo, pero el bueno es él y tiene que ganar al final. No me parecería mal. Una de mis obsesiones, aparte de liarme a contar historias que voy improvisando, son las luces de colores, la velocidad y el musicote. Thumper lo tiene todo. Además, tiene un nombre que me mola. Eso es una filia. No sé por qué, pero me gusta mucho decirlo. Thumper. Thumper. Thumper.

Thumper

Orfandad

Me obsesionan también las hostias. Es algo que intento conciliar en mi interior. Yo, ser frágil, enfermizo y escualido, apasionado por hombres dándose de hostias en la gran pantalla. La gran pantalla significa cine, por si no estás habituado a la jerga que se usa en la calle. Tendría que gustarme Goddard, Bergman, Kubrick, Antonioni, Ozu o Varda, pero a mi me gustan Bruce Lee, Jackie Chan, Schwarzenegger y Gareth Evans. En realidad me gustan ambas cosas, pero como el mundo cree que la vida funciona en un sistema binario, una dicotómia tras otra, pues yo se lo pongo en bandeja para que no se quejen. También me gusta mucho Rogue Legacy, y este juego tiene algo de eso. Vivir, explorar, morir, volver. Si estás en la PAX East puedes jugarlo. ¡Así que no lo dudes!

Necropolis

Colita

Cuando era un preadolescente cayó en mis manos el primer tomo de Dragon Ball. Conocía Dragon Ball porque la ponían en la Televisión de Galicia por las tardes y mi madre me prohibio verla al ser tan violenta. El caos es que daba igual, porque mi madre trabajaba todo el día y yo estaba en casa de mi abuela, que solo veía monigotes en la pantalla y todo lo que fuese dibujado le parecía infantil. Así que iba colando. Pero yo no podía evitar sentir que estaba haciendo algo ilegal. Además, era Dragon Ball GT. Eso sí que debería ser ilegal. El caso es que me he acordado de ello porque en este juego los personajes tienen cola. Cola de mono. Yo no entendía por qué el Goku del cómic tenía cola. Luego lo entendí, claro, pero aun recuerdo aquel vacío de entender que me faltaban datos. De todas formas, a este juego aun le quedan 19 días para completar su objetivo, que no es muy grande.

The Song of Sea: Chapter 1 – Kickstarter

Navecitas

Recuerdo haber visto Star Wars Episode I en el cine. Rcuerdo que, tiempo después, mi padrino me había entregado un vídeo con la película grabada del Canal +. El vídeo tenía esa caja de cartón y, encima de ella, mi padrino había pegado un recorte de una revista de cine donde aparecían diversos fotogramas de la película. No recuerdo si me había gustado o no. Tenía 8 años. Lo que sí recuerdo era lo que me flipaba la nave que usaban en un momento para ir a la ciudad submarina de los Gungan. Era una manta raya hecha nave, algo muy biológico, orgánico, reconvertido en un ser mecánico y tecnológico. Recuerdo mi obsesión con esa nave. Comencé a pintarla por todos lados y a hacerla con figuras de plastilina. Orion Trail tiene una mezcla entre FTL y Sunless Sea en su código genético.

Orion Trail – Kickstarter

Velocidad

Igual que no entiendo las hostias, tampoco entiendo la filia por la velocidad. No tengo coche, no tengo ganas de tener un coche y por mí podrían desaparecer todos los coches del mundo, que no hacen más que ocupar espacio, llenar el ambiente de ruido y contaminar como bestias salvajes. Matan más gente que los tiburones (quizá porque no cruzamos la calle delante de tiburones) y no comprendo su funcionamiento. Pero la velocidad a la que pongo el Burnout Paradise me vuelve loco y necesito más. No solo eso, sino que este Radial-G me recuerda a F-Zero, así que pocas cosas malas puede tender. Necesitamos más arcade, más rápidos, más furiosos, más locos.

Radial-G: Racing Revolved en Early Access

Acerca de Diego Freire


Pequeño burgués posmoderno, cuyos placeres poco culpables son las películas de hostias con machos alfa, las novelas pulp con mujeres ligeras de ropa y quedarse en casa mientras la gente va a conciertos. Podéis leer más desvaríos del muchacho en su portfolio.

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