11 de enero, 2013
GameStick, crónicas en blanco y negro

Con la llegada de la GameStick, los jugadores nos hemos lanzado a frotarnos manos y pies, y los desarrolladores un poco más de lo mismo. El nuevo cacharro de PlayJam presume de filosofía abierta y sigue los pasos de Ouya, el otro proyecto de hardware alternativo, en lo que parece el camino hacia una verdadera alternativa a las videoconsolas tradicionales y el potente mercado del PC. ¿Pero hemos de lanzar realmente las campanas al vuelo? ¿O mejor estar preparados para un bluff de proporciones ciclópeas? Dos de nuestros redactores se preparan para el asalto, se crujen los dedos y lo discuten muy duramente.

En contra

Adrián Raya ‘Unforgiven’

Toma un respiro, deja de leer, y mira a tu alrededor. ¿Cuántos aparatitos tienes en los que puedes echarte una partida ahora mismo? Me atrevería a decir que demasiados, así que ¿para qué quieres otro? ¿Para qué tener otro cacharro criando polvo cuando no tienes dinero para comprar los juegos que recibirá? Cuando miro Ouya o la recién anunciada GameStick, no hay ni una mísera parte de mi cerebro que piense que sería buena idea deshacerme de ochenta pavos para conseguir una.

Y es que tanto Ouya como GameStick son soluciones a un problema que no existe. Nadie en el primer mundo se sienta en el salón de su casa y suspira porque no tiene nada con lo que jugar. En una época en la que los móviles tienen más potencia que muchos ordenadores, en la que las consolas están llegando a su fin de ciclo con las bajadas de precio que ello conlleva, en la que el PC mas viejo y barato que puedes encontrar te ejecuta todos los juegos indies que puedas desear… Una nueva máquina que hace eso mismo pero peor, solo debería ser atractiva para aquellos con las prioridades poco claras.

«¡Pero son menos de ochenta euros!» Sí, y se nota. Tanto Ouya como GameStick saldrán al mercado completamente desfasadas, con componentes que parecen rebuscados en el contenedor de la basura de los grandes fabricantes. Son monstruos de Frankenstein, implorando que se les dé otra oportunidad antes de fallecer y no volver jamás.

«¡Pero es libre, y con Android, y seguro que a los desarrolladores indies les encanta!» Sí, estoy seguro de que lo que más le gusta a un desarrollador indie es la necesidad de tener que adaptar sus juegos a otro sistema más, con todo el trabajo adicional que conlleva. Una de las razones por las cuales Android no es la plataforma líder de desarrollo móvil, es por la enorme fragmentación de su mercado, en forma de un absurdo número de dispositivos, cada uno con sus propias características y necesidades a la hora de programar. Por tanto, es absolutamente ilógico que otro dispositivo, con otras necesidades, y otras especificaciones, sea de ninguna ayuda. Hoy por hoy, la elección de la mayoría de los desarrolladores indies es iOS (iPhone y iPad), y continuará siéndolo por mucho tiempo mientras siga ese concepto erróneo de que para atraer a un desarrollador solo hay que darle una máquina con la que jugar.

Si puedes leer estas palabras, seguramente no necesitarás una consola de bajo coste como Ouya y GameStick. Es cierto que tienen muchas posibilidades, pero sólo los usuarios más entusiastas sabrán aprovecharlas, mientras que el resto apenas rascará la superficie antes de aburrirse y encender otro dispositivo con un hardware de verdad y un catálogo indie de verdad.

A favor

Toni Martín ‘Pixelsmil’

Como hambrientos consumidores de indie deberíamos estar dando saltos de alegría con la salida de Ouya. Si bien es cierto que estamos rodeados de consolas, ¿cuales se concentran exclusivamente en juegos independientes? Gracias a Xbox Live y PSN podemos conseguir un buen catálogo, pero Ouya y sucedáneos no pretenden competir en ese mercado. La gracia de estas nuevas consolas reside en facilitar el camino a los desarrolladores, proporcionándoles en bandeja los dev kits gratuitos y publicando los juegos de una forma cómoda y rápida, sin tener que soñar con recibir miles de votos en el Steam Greenlight. ¿Los mayores beneficiados? Nosotros. Los jugadores, por supuesto.

La potencia de estas consolas son comparables a las de un móvil o una tableta, pero aumentar sus prestaciones sólo serviría para inflar el precio y desperdiciar una potencia que no se necesita. ¿Para qué comprar Ouya si puedo jugar a lo mismo en mi móvil? Pues para jugar en el salón, en una tele en condiciones y con unos mandos de verdad. Muchos de los juegos que hay disponibles en dispositivos táctiles son muy duros de manejar, y ésta podría ser la solución que estábamos esperando, porque no hay que olvidar que el proyecto crowdfunding ha sido un éxito porque la gente ha querido, lo que significa que sí que había una demanda.

Además entra en juego otro factor y es que Android, como bien comentas, en un mercado bastante fragmentado por diversos temas que tienen en común lo abierto del sistema. Por eso es necesaria una plataforma que intente unificar, sentar una base que facilite el camino a los desarrolladores. Lógicamente el éxito o fracaso de estas plataformas depende exclusivamente del apoyo de las compañías y aún es pronto para saber lo que ocurrirá, pero en lo que estaremos de acuerdo es de que nos encontramos en el mejor momento para apostar por el indie.

El precio de Ouya es irrisorio, sobre todo si lo comparamos con cualquier tablet o móvil de última generación (¿600 euros, a la baja, por un iPhone? por dios…). Si se convierte en una plataforma consolidada ya no hablaremos de componentes desfasados ni de retales de los grandes fabricantes, sino que nos dedicaremos simplemente a abrir la página de inicio, ávidos de todo tipo de juegos, porque no olvidemos que todo su catálogo es free to try.

Primero Ouya, luego GameStick y posiblemente puedan venir otras tal y como empezaron a flocerer los indie bundles hace ya largo tiempo, pero posiblemente solo una lo consiga. Había un mercado indie que necesitaba un lugar libre en el que compartir sus juegos, sin tanto intermediario y con todas las facilidades del mundo. Nadie sabe qué pasará pero yo ya tengo mi billete preparado para embarcarme en ese prometedor viaje.

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