31 de diciembre, 2016
Artículo indiespensable
Indiespensable
Not OlliOlli2

¿Qué será de nosotros cuando ya no estemos? 2016 se ha mostrado como un año terrible, para sorpresa de nadie. Imaginad, el año en el que todo muere. No queda nada sobre la tierra, o lo que es lo mismo, ni una brizna de esperanza. Este año ha estado muy cerca, terriblemente cerca, de ser ese año. Y no sé cómo manejar la desesperanza total que nos asola. Escribo estas palabras mucho tiempo después de haber escrito mis últimas palabras. Veo que han encontrado en China una cola de dinosaurio en ambar, con plumas y todo. Internet se había enfadado por que los dinosaurios tuviesen plumas. Internet tiende a enfadarse con las leyes naturales porque no se ajustan a su visión construida de la realidad. También tiende a enfadarse con otras visiones de la realidad que no son las propias, alegando la naturalidad de las mismas.

Creímos, durante un breve y bello momento, que no podían vencer. Que arrastrados por la corriente del tiempo, desaparecerían. Ganaron, sin embargo. Demostraron que no eran el nicho que siempre creíamos, sino algo más, algo más grande. Hace años había mencionado a Los Planetas en un recopilatorio de esta santa casa. No puedo evitar soltar ahora a mis adorados adolescentes eternos Los Campesinos:

Goodbye courage
//
Hello sadness again

Irrumpe entonces la voz de Austin Walker, desde el centro del huracán. Ya no tengo casi tiempo para leer, no tengo tiempo para escribir, ahora hago, de forma peregrina y triste, videojuegos, así que solo puedo escuchar, cuando voy de aquí para allá, a gente hablar de videojuegos. No puedo ni jugar a videojuegos. Decía Stephen King que si no tienes tiempo para leer, no tendrás tiempo para escribir. Austin Walker y esos gloriosos nueve minutos y medio tras la victoria de Trump y todo lo que conlleva.

Ah, sí, OlliOlli 2, cuya dificultad elevadísima y sus piruetas imposibles alejaran a más de uno, frustrándole e impidiéndole disfrutar. Siempre he visto a los OlliOlli como juegos de pelea, donde tú eres un personaje y el escenario otro, enfrentados en una lucha intrincada. No solo por su narrativa de superación y ajedrez mental, sino por la propia mecánica sobre la que se soporta el juego: un joystick y varios botones para encadenar combos y movimientos. Por cada ligera modificación en el escenario, ahí vas tú triunfante, con la cabeza alta, o te encuentras con el pecho en el suelo.

¿Os acordáis cuando hablábamos de los videojuegos así? Era un poco necedad. Veinte años de revistas alabando los mismos tropos y las mismas ideas, ignorando todo un contexto, toda una fabricación y sus consecuencias, caldo de cultivo perfecto para 2016 exigiendo notas ajustadas a la décima y análisis del todo objetivos.

Podría hablar del fascinante mundo que existe más allá de nuestras fronteras, de que después de todo los anglos siguen haciéndolo más o menos bien, cuando pueden y cuando les dejan, y ahí está Waypoint, Kill Screen, a veces Polygon; leo con melancolía los restos que dejó Offworld en su recopilatorio lleno de nombres fundamentales y fantásticos para entender el periodismo de videojuegos de esta década, alejado de señores furibundos y videojuegos que solo solo solo son videojuegos. Podría desgranar y repetir las palabras de Austin Walker en ese podcast editorial, animándonos a no caer en la desesperación y mantenernos firmes frente a la tempestad que nos rodea.

Pero mirad para adentro. ¿Qué ha quedado de todas esas raíces nacidas hace apenas dos años, como contracorriente a un discurso degradante, lleno de ira? ¿Quién será el siguiente en caer? Creía que, por un momento, serviría, que era un buen momento. Un momento no es más que «una porción de tiempo breve». Hasta yo cito a la RAE. Volveremos ahí.

Hemos grindado de forma fantástica y maravillosa las dificultades durante bastante tiempo. Hemos esquivado, saltado, girado y hecho piruetas para seguir ahí, en la pista, avanzando, buscando nuestra línea de meta. Cada vez era más complicado. La curva de dificultad del OlliOlli 2 comienza donde la dejó el OlliOlli. Nosotros recogimos la curva de dificultad de toda una cultura que ni quería ni se le había enseñado a apreciar algo distinto. Si OlliOlli 2 os parece difícil, probad a escribir sobre videojuegos.

Aunque, como decían también Los Campesinos:

We will flower again,
//
I have surely seen it

Acerca de Diego Freire


Pequeño burgués posmoderno, cuyos placeres poco culpables son las películas de hostias con machos alfa, las novelas pulp con mujeres ligeras de ropa y quedarse en casa mientras la gente va a conciertos. Podéis leer más desvaríos del muchacho en su portfolio.

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