05 de abril, 2013
Play it again

Ha llovido bastante desde que el cine sonoro se implantara definitivamente en las salas de proyección. El honor cayó a cargo de El cantor de jazz, primera película en hacer uso de esta nueva técnica allá por el año 1927. Pero los oídos de todos cuantos pasaban por las salas de cine no solo se deleitaban con sorprendentes diálogos, sino también con otro tipo de acompañamiento también muy importante, el cual se convertiría en pieza fundamental dentro del séptimo arte: la banda sonora.

Hay que ser honestos: el concepto de banda sonora es anterior a este nuevo cine. La diferencia radica en que el trabajo se componía con el fin de interpretarse en directo al mismo tiempo que se reproducía la cinta. La inclusión de esta ambientación sonora a la misma fue todo un avance que facilitó enormemente la difusión de este estilo musical. No reparamos en ello, pero desde entonces nuestra vida siempre ha contado con muchas bandas sonoras en las diferentes etapas por las que vamos pasando, ya que no solo el cine aprendió a depender enormemente de ello; series de televisión, programas, e incluso anuncios hacen lo propio. Es difícil no relacionar cierta melodía a alguna experiencia vivida, trayendo recuerdos lejanos a nuestra memoria y formando parte directamente no solo de lo que somos, sino también de cómo somos, que no es cualquier cosa.

Por supuesto, el mundo de los videojuegos no está exento de esta influencia. En todo el tiempo que un servidor ha sido aficionado a este maravilloso mundo, el trabajo sonoro utilizado para ambientarlo no ha dejado nunca de sorprenderme. Los característicos sonidos de mi querida Atari 2600 o de mi vieja NES dieron paso a melodías más elaboradas, producto de paletas de sonidos más completas. La evolución ha sido vertiginosa. Empiezan a aparecer compositores que marcan una clara diferencia en la creación de melodías, dando lugar a una verdadera afición y demostrando que este trabajo no tiene nada que envidiar al de cualquier película. Esto queda más patente que nunca a día de hoy, donde la técnica no solo se ha perfeccionado de forma sorprendente, sino que podemos escuchar auténticas maravillas orquestales, haciendo aún más delgada si cabe dicha separación entre cine y videojuego. Todavía podemos decir más, se cuenta ya entre nuestras filas con muchos compositores provenientes de la pantalla grande, y nada desconocidos por cierto: John Debney, Howard Shore, Danny Elfman, Hans Zimmer, Ramin Djawadi…

En el panorama indie no contamos aún con este tipo de celebridades. No quisiera que se me malinterpretara, contamos con nuestras propias celebridades de la composición independiente, como pueden ser el maestro Francisco Cerda o el gran Ben Prunty, entre otros muchos. Quizás el paso del tiempo haga llegar a este mundo a esos compositores experimentados en otras áreas del ocio, atraídos por la libertad creativa, tanto en el contenido como en la forma, que tan rica hace la banda sonora indie. Sin embargo, hay que reconocer que en ocasiones la imaginación juega con mil y una posibilidades y se le dibuja a uno una sonrisa jugando al típico «¿y si..?» en un marco más musical… ¿Y si Philip Glass fuera el compositor de To The Moon? Claramente el estilo es muy similar, aunque no me cabe duda que el bueno de Glass nos incluiría en los end credits uno de sus minimalistas temas de quince minutos de duración, sin apenas variaciones. Para Hotline Miami (Dennaton Games, 2012), perfectamente podríamos seleccionar a Clint Mansell. Nadie como el compositor de Requiem for a Dream (Darren Aronofsky, 2000) para captar esa denigrante, loca y violenta atmósfera. ¿Que me decís de Machinarium? Ya de por sí cuenta con una notable banda sonora, y muy peculiar, todo hay que decirlo. Se me antoja probar como lo haría el maestro Danny Elfman en tal situación. De seguro nos sorprendería en su también peculiar estilo. El trabajo de Ben para Faster Than Light (Subset Games, 2012) es inmejorable, pero apostaría sin dudar por un Cliff Martinez al más puro estilo Solaris, magna obra literaria venida a menos, por desgracia, al pasar a la gran pantalla. Quizás la obra de Martínez sea lo mejor de la producción, y cuenta con un estilo muy semejante al de Faster Than Light. Sin duda haría un gran trabajo.

Aunque, para qué engañarnos: ¿Son necesarios estos cambios?, ¿darían estas personas más prestigio a un medio cada vez más en auge? Lo que sí es cierto, es que no es necesario ser una gran celebridad en la composición para hacer que un juego deslumbre musicalmente. Cada trabajo es el que es y ha nacido con un propósito estrechamente ligado con el juego al que pertenece. No nos cabe duda que no cambiaríamos ni un ápice de lo que podemos oír en los trabajos anteriormente citados. Es en el terreno indie donde más variedad de estilos podemos encontrar a día de hoy, y eso es una gozada se mire por donde se mire. Y aunque hay que reconocer que una versión orquestal de alguna de nuestras bandas sonoras indie favoritas, y porqué no, a manos de algún conocido compositor, haría las delicias de más de uno (yo el primero), escuchar los temas tal como su padre o madre los concibió es un verdadero deleite para nuestros oídos.

Acerca de Locke


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