09 de julio, 2014

Purgateus
Devine Lu Linvega
2014
Exploración
GNU/Linux, Mac OS X, Win
venuspatrol.com/purgateus/

Purgateus

Lentamente abres los ojos. La sensación es extraña, difícil de identificar. No sabemos cómo hemos llegado a este punto, en medio de lo que pudiera ser algún mar u océano, pero, paradójicamente, no nos sorprendemos, simplemente lo aceptamos. Sin pensar en ello más de lo necesario, agudizamos un poco más nuestra cansada vista y logramos discernir a los lejos una silueta. Sin duda se trata de una isla. Las posibilidades de sobrevivir, donde quiera que estemos, aumentan considerablemente si logramos encontrar los medios suficientes en semejante lugar. Cogemos fuerzas, dispuestos a movernos en dirección a lo que ahora parece un lejano decorado. Nadamos con decisión, firmemente, pero a medida que avanzamos empezamos a notar algo extraño. Esta no es una isla normal…

Y no, no se trata de la isla de Lost (J.J. Abrams, J. Lieber, D. Lindelof, 2004) la cual, entre otras muchas teorías, pudo haber tenido la misma naturaleza que la que nos disponemos a recorrer. Proteus nos planteaba todo un ejercicio de exploración, aunado con una experiencia musical absolutamente experimental, aunque algo fallida, que ha atraído por igual tanto a defensores como a detractores. Haciendo un inciso, muy recomendable la opinión de nuestra compañera Scullywen vertida en esta misma casa hace un tiempo al respecto. Volviendo a Proteus, si bien la premisa del juego no es mala, hay que reconocer que se hace muy necesario realizar un gran esfuerzo y armarse con toda la paciencia y tranquilidad de la que dispongamos para evitar que dicha experiencia se vuelva contra nosotros y nos estrangule, transformada, sobre todo, en una dura y densa monotonía. No en vano, el juego propone un viaje para el cual hay que estar muy predispuesto a vagar sin rumbo fijo por una isla inundada por imágenes tan coloridas y pixeladas como carentes de un sentido propio.

Purgateus, por otro lado, se nos presenta como un mod en el cual nos moveremos por una isla bastante diferente. Ni más ni menos que una representación de lo que podríamos imaginar como el purgatorio, aunque en una versión más light, –¿o quizás no?–. Y pudiera parecer solo un capricho, un añadido al juego original tan solo para cambiar paletas de colores y fondos, pero pronto distinguimos algo más entre lo que pudiera ser un mero entretenimiento por parte de su creador. Nos encontramos con que Purgateus es un juego totalmente distinto. El trasfondo dramático que toma protagonismo en esta tétrica isla hace del conjunto una experiencia totalmente diferente a la vivida en Proteus. Extraños animales saldrán a nuestro paso, pasaremos por cementerios, y extrañas figuras encontradas en nuestro camino nos pondrán sobre aviso de la extraña naturaleza de la isla que pisamos. Es cierto que esta modificación mantiene el espíritu de exploración que dominaba en el juego original, pero nuestras intenciones son otras. Ya no nos quedaremos observando el colorido paisaje, mirando el pasar de las blancas nubes, o admirar el conjunto de estrellas fugaces en plena y despejada noche. Ahora, el grisáceo escenario se apoderará de todo el entorno, y bajo la mirada de un inmenso ojo, caminaremos por sendas teñidas en sangre, admirando extraños templos que se fusionan con el paisaje y cada vez será más grande una cierta sensación de querer escapar de ese lugar, a pesar de ser conscientes que ni el juego original ni esta modificación presenta peligro alguno. El desasosiego es absoluto.

Por supuesto todo este conjunto de sensaciones no serían posible sin una buena ambientación proporcionada por una banda sonora, auténtica protagonista y conductora de todo este tinglado, al más puro estilo ambiental. Obra del mismo creador de la modificación, Devine Lu Linvega, también conocido como Aliceffekt, nos transporta hacia una serie de sonidos en apariencia inconexos, pero con más de una semejanza entre sus temas, dando una clara importancia al sonido ambiente, a la fusión de efectos sonoros y visuales. Sonidos estos que no hacen más que incrementar nuestras sensaciones de intranquilidad e incomodidad. Impregnada de un cierto tono místico, que nos puede hacer creer que la experiencia es más trascendental de lo que pudiéramos pensar, los sonidos creados por Devine nos llevan de la mano por todo el escenario casi sin darnos cuenta, haciéndonos testigos de un espectáculo anodino cuanto menos. Tan solo tenemos que dejarnos llevar para que la obra cumpla de una forma perfecta con su cometido. Y en esta perfección, cumple una de las condiciones más duras para una banda sonora: La capacidad de acompañar y conducir sin desviar nuestra mirada hacia ella.

Es precisamente esta increíble funcionalidad, propiedad destacada en un trabajo tan atmosférico, la que la convierte en una obra de difícil escucha fuera del juego. Carente de melodía alguna que la haga reconocible o recordable de una forma destacada, la obra no parece tener una vida demasiado prolongada más allá de las lindes de esta fría isla, resultando una ardua escucha para el menos experimentado en este tipo de trabajos. Es inevitable pensar en este punto en cierto paralelismo con respecto a la postura que nos vemos obligados a tomar para sumergirnos en semejantes páramos, ya que el deseo de descubrir dicha obra musical no está exento de esfuerzo y de cierta predisposición hacia la experimentación.

Es lo ideal para el buen aficionado a las bandas sonoras el que un trabajo sea plenamente disfrutable, pero cuando hablamos de una obra tan ambiental como esta, su escucha aislada se queda incompleta e incomprendida. Todo forma un conjunto compacto, imagen y sonido, que debe disfrutarse precisamente de esa forma, y no me cabe la menor duda que la experiencia merece la pena de probar, y si se está algo predispuesto, incluso disfrutar. Que no se diga que nunca hemos pisado el purgatorio.

Acerca de Locke


Eterno nostálgico, siempre a la búsqueda de nuevas sensaciones. Sígueme en Twitter... o quizás no.

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