31 de enero, 2013

Especial Amanita Design
Artículo indiespensable
Indiespensable

Botanicula
Amanita Design
2012
Aventura gráfica
Windows, Mac OS X, Linux
www.botanicula.net

Especial Amanita Design — Botanicula

El mundo del videojuego está lleno de personajes aguerridos, dotados de habilidades especiales que los hacen únicos, muchos de ellos herederos directos de esa tradición del viaje del héroe tan presente en cualquier narración. Aunque nadie duda de su atractivo (¿quién no desea ponerse alguna que otra vez sobre los hombros la piel del león de Nemea?), cada vez es más frecuente, sin embargo, encontrarnos con otra clase de protagonistas con los que nos sentimos mucho más identificados: los héroes «pequeños». Esos tipos mundanos, muchas veces forzados por las circunstancias a emprender la tarea, que terminan elevándose por encima de sus posibilidades y convirtiéndose en materia de leyendas. ¿Pero qué sucede cuando nuestros protagonistas comienzan siendo pequeños… y terminan de la misma manera? ¿Cuándo la recompensa de la aventura no es el cambio, el respeto o la admiración del colectivo que hemos salvado, sino conseguir que el mundo siga girando como siempre y nosotros con él?

Esta es la sensación que nos transmite Botanicula (2012); una extensión de la idea que hemos visto desarrollada en los juegos de Amanita Design desde aquel tan lejano ya Samorost (2003), y que en su última obra alcanza su máxima expresión. Un juego cuyos protagonistas no sólo son minúsculos en su concepción (nos hallamos en un mundo arbóreo poblado por insectos, pequeños animales y otros seres un tanto más difíciles de identificar), sino también en sus aspiraciones. La amenaza que se les presenta, en forma de una raza de malvadas y escalofriantes arañas, es tan antigua como el mundo: el predador que devora todo a su paso, segando las vidas e incluso privando de la luz, elemento indispensable para que un mundo basado en las plantas pueda prosperar. Nuestros cinco protagonistas decidirán hacer frente al problema básicamente porque alguien tiene que hacerlo, y en su periplo por bosques y extraños planetas (no estaríamos ante un juego de Amanita si no tuviéramos alguna roca celeste que explorar) tendrán que encontrar la manera de restaurar el orden en su mundo y en las vidas de sus vecinos. Cuando finalmente lo consigan, no nos encontraremos con un final laudatorio, no los veremos transformados en héroes rutilantes… sino únicamente contemplaremos su explosión de alegría por el retorno del hogar, por la vuelta de la paz al locus amoenus. Y la vida seguirá con su ciclo.

Esta sencillez en la historia convierte a Botanicula en un viaje muy agradable, unas cuantas horas de diversión sin complicaciones en las que nos sumergimos en un mundo colorido que parece surgido de los lápices de un niño. Los personajes, nuestros cinco insectos cada uno con sus características y habilidades, se hacen querer enseguida gracias a su simpático diseño y su marcada personalidad. Lo difícil, eso sí, es definirlos. Tenemos al inevitable líder del grupo, una especie de semilla de ojos vivaces; el insecto palo que nos permitirá filtrarnos por huecos; un mosquito con el que alcanzaremos las zonas más altas; una suerte de champiñón capaz de rebotar y saltar más alto; y finalmente el fuertote del grupo, una especie de escarabajo grande y rechoncho. Y es que el mundo de Botanícula, intuimos, es un planeta donde la vida vegetal ha evolucionado de manera bastante diferente a la nuestra, por lo que a veces nos encontraremos seres bastante reconocibles y otras, en cambio, totalmente indescriptibles.


Estamos ante una aventura gráfica point-and-click en la que la cooperación entre los personajes será la clave para ir descifrando los puzles. Sólo tendremos que pinchar en cada uno de ellos para que haga uso de su habilidad (volar, colarse por huecos, golpear algo con fuerza…). No sólo habremos de emplear la inteligencia para resolver los problemas; en algunos casos nos encontraremos con puzles más plataformeros, en otros primará nuestra rapidez a la hora de pinchar en varios sitios a la vez… y es muy de agradecer que no nos topemos con esa clase de puzles ilógicos en los que a veces caen algunas aventuras gráficas en su afán por complicarnos la misión; aquí, cada forma de resolución tiene un porqué que encaja perfectamente con el entorno y la coherencia interna del mundo. Aunque estamos hablando de un mundo donde muchas veces lo real y lo onírico confluirán en una mezcla exquisita.

El silencio y la música conforman el principal pilar del juego, donde realmente advertimos su preciosismo. No olvidemos que Amanita Design desarrolla, de manera paralela al ámbito del videojuego, una importante faceta musical; y es en Botanícula donde se advierte más que nunca, de forma muy superior a los juegos precedentes (y eso que Machinarium también era una gozada en este aspecto). La historia pasa a través de nuestros ojos, sí, pero también se nos cuenta mediante las suaves melodías, que aparecen y se diluyen justo en el momento preciso, como el viento o la luz entre las hojas de un bosque. Escuchar Botanícula es tan agradable y absorbente como jugarlo. Y también sentir y disfrutar del elocuente silencio, plagado de matices, en muchos momentos determinantes.

Botanicula es, hoy por hoy al menos, la carta de presentación más acertada de Amanita Design. Con ella nos dejan bien claro cuál es el lugar que quieren ocupar en el mosaico del videojuego indie: el de creadores de pequeñas realidades con entidad propia, donde seamos capaces de admirar la belleza de lo anecdótico.

Acerca de Scullywen


Una especie de bundle friki con patas: videojuegos, rol, juegos de mesa con muchas piececitas de colores, ciencia ficción y fantasía a tutiplén, cómics, series de esas que no tienen audiencia y pueblan los sueños húmedos de Joss Whedon... También escribo cosas, y a veces lo hago con las manos. Y con un gato encima del teclado.

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