18 de octubre, 2013
Artículo indiespensable
Indiespensable
«Gone Home» y «Among the Sleep», cuando las paredes hablan

Las casas hablan, nos miran, se impregnan de nosotros y nos impregnan de su historia. Es algo que nos han mostrado incontables obras a lo largo de los siglos. Poe nos enseñó que eran seres de piel y huesos, orgánicas, cruzadas por venas palpitantes y animadas por corazones delatores; Hodgson, Lovecraft o King nos llevaron de la mano a mansiones oníricas y susurrantes, capaces de crear de la nada al monstruo como un delirio repentino. Nadie duda de que en todos estos ejemplos las paredes no sólo configuran el escenario sino que se comportan como el auténtico protagonista. O antagonista. Un actante vivo e imprescindible, en todo caso.

En el mundo del videojuego no es tan habitual encontrarnos esto. Las casas suelen ser un escenario más, un receptáculo con sus reglas propias que ya tenemos más que asimiladas: son el refugio del zombie de turno o del asesino que se prepara para asaltarnos al girar una esquina. Pocas veces advertimos en ellas esa vida propia, ese hálito capaz de animar y conformar la historia por sí mismo… y es lo más destacable y el gran acierto de dos juegos recientes, el premiado Gone Home (The Fullbright Company, 2013) y el todavía verde Among the Sleep (Krillbite Studio, 2013).

Muy diferentes en esencia, ambos comparten un mismo punto de partida: se centran en mostrar a nuestro personaje más como espectador que como actor, como un visitante que escucha y se sumerge en el soliloquio de una casa vacía. La soledad de los pasillos y las habitaciones trae consigo una sensación de constante tensión y nos obliga a estar atentos a cada rincón, con los sentidos alerta (lo hemos aprendido a lo largo de nuestra vida jugona: cuando hay silencio y calma es porque algo está a punto a suceder). Pero no es peligro lo que encontramos al escudriñarlos, o al menos no siempre, sino pequeños retazos de historia prendidos en los detalles. Retazos con los que la casa, como un gigantesco y omnisciente narrador, nos va deshilando la trama poco a poco.

El detallismo de Gone Home es delicioso, nos damos cuenta nada más empezar. Es un juego tramposo en realidad, ya que evidentemente se aprovecha de una nostalgia noventera con la que no todo el mundo puede conectar, pero no se le puede negar su maestría a la hora de retratar dicha época. Y aunque la narración se apoya en el siempre socorrido recurso epistolar, la historia en su conjunto no saldrá a la luz si no examinamos las habitaciones de arriba abajo, si no nos dedicamos a cotillear los cajones por mero placer o destapamos las cajas en los armarios. Podemos tocar y coger prácticamente todo lo que nos encontramos… y prácticamente todo es trivial. Es un dato muy significativo, que supone una ruptura con esa mecánica a la que solemos adherirnos por inercia. Generalmente buscamos y rebuscamos con un objetivo claro: encontrar ese objeto clave o la pista para descifrar el puzle de turno. En Gone Home, cada objeto aparentemente inútil termina por convertirse en una respuesta sutil, en un espejo de sentimientos y sensaciones.

Among the Sleep es mucho más tradicional como juego, eso es algo que queda patente en los quince minutos de alpha que podemos probar de momento. La casa vacía en él nos impregna de otra sensación poderosa, que todos hemos vivido y con la que conectamos de manera mucho más directa: la indefensión. El escenario silencioso continúa ejerciendo de narrador externo, pero ahora también nos retrata a nosotros, nos perfila y define en nuestro papel. La altura de los objetos, nuestra incapacidad para manipular algunos, lo imponentes que resultan muebles habituales de nuestra vida cotidiana… Nos sentimos niños, muy niños, e inmediatamente nos viene a la mente que necesitamos ayuda, tanto como necesitamos respuestas al misterio; pero la casa, imperturbable y cruel, nos devuelve un desamparo aún mayor. Se ríe de nosotros, nos reta, nos señala con el dedo… y en esta ocasión esa inquietud que nos rodea sí parece venir de algo más tangible y cercano que los relámpagos de Gone Home.

Al concluir nuestro periplo salimos afuera, miramos desde lejos, recordamos las habitaciones que hemos recorrido en silencio. Y fruncimos el ceño. Es una sensación extraña la que nos invade. ¿Hemos sido nosotros quienes hemos explorado esas cuatro paredes o nos han llevado ellas de un sitio a otro, como figuras de un juego de mesa, de casilla en casilla? Es incómodo, sí, pero fascinante… y tal vez nuestros pasos nos lleven de nuevo a cruzar el umbral por mero placer, ávidos de descubrir nuevos detalles. La casa nos ha convertido en parte de su historia.

Acerca de Scullywen


Una especie de bundle friki con patas: videojuegos, rol, juegos de mesa con muchas piececitas de colores, ciencia ficción y fantasía a tutiplén, cómics, series de esas que no tienen audiencia y pueblan los sueños húmedos de Joss Whedon... También escribo cosas, y a veces lo hago con las manos. Y con un gato encima del teclado.

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