12 de diciembre, 2012
Artículo indiespensable
Indiespensable

Maldita Castilla
Locomalito
2012
Run & gun
Windows
http://www.locomalito.com/maldita_castilla.php

Maldita Castilla

En el año 1081, en una sangrienta guerra muere el amor de Maura. Ante su debilidad, un antiguo demonio la observa, y con sus lágrimas abre la puerta del infierno, ¡Levántese Don Ramiro, Castilla está en peligro!

Entiendo perfectamente el dolor que provocó que su creador Locomalito tuviese que dejar temporalmente el desarrollo de Maldita Castilla, ya que una vez terminado —eso dicen sus créditos, pero no su trama final— me duele la mano una barbaridad. Desconfié, creí que era más sencillo y una vez más volví a caer ante el diablo que ingenió esta pesadilla.

Mejor obvio las muchas en las cuales se basa el videojuego, ya que no sólo van a aparecer citadas y repetidas hasta la náusea, sino que el propio Locomalito ya me hace el pequeño favor en su web. Lo que sí clama al cielo, y merece ser destacado cuantas veces sean necesarias, es el cómo su desarrollador se ha convertido en un buen portavoz y adalid de la marca de España, ambientando el país en una época histórica donde se luchaba para reconquistar el terreno perdido. Y precisamente fue Rodrigo Díaz de Vivar, personaje el cual Don Ramiro se inspira, el que lideró las batallas que expulsaron a los mulsulmanes de tierras hispanas y que ahora, vestido con la cota de malla de su ego virtual, debe de expulsar a demonios, arpías y otros seres mitológicos dirigidos por la bruja Maura -¡Adiós la imagen de España donde la tauromáquia, el «¡olé!», las paellas y las guitarras españolas!-. Es una memez, soy consciente, pero lo considero importante si lo abandera el internacional programador, mientras que aprovecho para reivindicar que en nuestro país no se le está remunerando merecidamente, ni en aplausos ni en donativos.

Patriotismo y estupideces aparte, las referencias a la literatura, cultura popular y arquitectura de nuestro país de la mano del gran artista están minuciosamente diseñados, dibujados, o quizá debiera decir esculpidos vía pixel art. Son sin duda una belleza a visualizar, uno de los muchos —y quizá peque y dejándome llevar por mi amor incondicional— de los aspectos de Maldita Castilla. Sean los interiores del castillo de Alcázar, la ciudad maldita de Tolomera del Rey, encima de las nubes o en el interior de una oscura cueva, todo está diseñado de tal manera que dan ganas de pararse a visualizar cada detalle. Claro que está diseñado para que no lo hagas; el contador corre mientras la muerte se acerca.

El tiempo es una de las muchas trampas que el amo del calabozo ha preparado, y si bien es un aspecto técnico retro, tiene su razón de ser. Dificulta la partida obligando a correr y a tropezar entre nervios. No te dejes engañar, al principio es bastante sencillo, sensación que cambia a medida que suceden las pantallas, llegando al punto de ser casi imposible y recordando la marca Locomalito de otros juegos. Si bien en un principio temí que el cambio fuera negativo, más adelante lo sentí como una evolución de sus juegos donde a veces su propia dificultad echaba hacia atrás. Ahora, está tan bien nivelado que cuando el juego comience a dar caña estarás tan picado como para no dejarlo a la primera de cambio. Creerás que sabes lo que haces, pero cuando las muertes suceden y el último continúe te advierta que vas a vender tu alma, el juego cambiará. El final no será el mismo.

Locomalito en este aspecto añade:

¿Quieres entrar en la última fase? Encuentra las cinco lágrimas de Moura.
¿Quieres el final bueno? Además hazlo en menos de cuatro continúes.
¿Quieres el final heroico? Hazlo en un crédito y además encuentra unos cuantos secretos.
¿Quieres picarte con un speedrun? Pues nada, al lío, y además hay un bonus final si te lo pasas en menos de treinta y cinco minutos.

Ahí reside la maravilla del videojuego, sus finales alternativos, que diferencian los tres tipos de jugadores: el casual, que será el que juegue muriendo mil veces y pasando de la advertencia de la posesión del alma. El hardgamer, que luchará y morderá su propia lengua mientras esquiva y golpea para no rogar cuatro continúes; por último, el seguidor del speedrun que ni se detendrá a luchar sino que correrá en una contrarreloj para ser el mejor jugador en esta técnica —Locomalito ha pensado en ello ofreciendo un cronómetro interno—. Lo interesante de todo es que el casual, al acabar el juego, estará preparado para arriesgarse a vencer con el final bueno, luego el heroico y por último el speedrun. El final depende de cómo juegues y no de las elecciones en la partida, de ahí la diferencia con otros títulos, lo cual funciona muy bien.

Equipo de Locomalito, una vez más lo habéis vuelto a conseguir. En mi estantería espero ver un título más, coja mi dinero y deme dos.

For God and Castilla!

Acerca de Alex Súbaru


Pretende entender los videojuegos pero se olvida de lo primordial, disfrutarlos. Le atrae lo diferente, lo vanguardista, pero sobre todo el reto. Su consejo: No te creas nada. ¡Síguele en Twitter!

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