Entre acusaciones del tipo «es un juego donde se violan y asesinan a seis chicas tanto física como metafóricamente», «basura pretenciosa», o mi preferida, «si te gusta este juego y tienes hijas es que eres un enfermo», The Path de Tale of Tales irrumpió en la industria en el 2009 para sacudir sus cimientos y de paso legitimar los videojuegos como un medio apto para crear arte y abordar temas tabú. En realidad, es un juego cuyos temas principales son la experiencia vital y el despertar sexual, de los más comunes de la historia humana. Debido a la problemática intrínseca de los videojuegos, la interactividad, se convierte automáticamente en un tema prohibido por motivos obvios: los protagonistas suelen ser muy jóvenes, y muchísimas veces uno de los actores toma el papel de abusador. Es un tema del cual todos tenemos algo que contar. Y es un tema tan inherente a la naturaleza humana que resulta irresistiblemente interesante (y estimulante). Ha sido abordado con profusión en otras disciplinas artísticas, cómic, literatura, cine; pero en los videojuegos hemos tenido que esperar a que viniese Tale of Tales para darnos permiso.
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julio 08, 2015
julio 07, 2015
Como se dijo en la primera parte de esta «apología de Tale of Tales», sus juegos no poseen unas mecánicas pulidas destinadas a facilitar la jugabilidad ni a proveer el mensaje o la historia de forma eficiente y relajada. No, no, para ellos la mecánica forma parte del mensaje. Pongamos el ejemplo de The Path (2009), el primer juego de Tale of Tales en defraudar a los gamers.