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Diario del Desarrollador LXXVII – Lo bueno y lo malo de tener hijos

junio 29, 2014

La luz de la mañana entra por la puerta del patio. La luz es blanca y se refleja en las paredes, en el techo, en las sábanas, resplandece todo con un blanco fulgor. Me vuelvo para dar la espalda a la luminosidad y apego el culo a mi mujer para hacer «la cuchara», cierro los ojos y me dispongo a dormir… pero, una figura está ahí de pie, mirándome. Abro un párpado y la figura dice, «papá, hazme sitio», y trepa, se agarra a mi brazo, salta por encima y cae entre los dos rompiendo la cuchara. «¡Pero bueno, ¿esto qué es?!», pregunta mi mujer. «Que me he venido a dormir con vosotros» y se queda tan fresca mientras ríe por lo bajini. «¿Conque sí eh? ¡Pues entonces tendrás que recibir un ataque de cosquillas!». Y de repente las sábanas saltan y rebotan por todos lados. «¡Eh!, ¿qué pasa aquí?» ahora es la mayor, con los pelos en la cara como si fuese la muerta del pozo, se debate en la frontera de la envidia y la adolescencia. «Nada, que tu hermana se ha colado en nuestra cama. Venga, métete tú también». «Si no cabemos». «Que sí, venga, empíltrate». Pero no cabemos y ya somos cuatro. Nos acoplamos como podemos mezclando piernas y brazos pero aún así seguimos muy apretujados, apretujados pero felices. «¡Buf!, ya empieza a hacer demasiado calor aquí». «¡Miau!» «Bueno, ¿ahora quién viene?». Se suben los dos gatos, y ahora somos seis. Con tanta carantoña y zarpazo, no cabemos más, así que los dejo jugando y yo me levanto. Cuando se va «el gordo» ya sí caben y se quedan tan a gusto. Me dirijo por el pasillo mientras dejo las risas atrás, tengo que escribir un artículo para Indieorama.

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