11 de diciembre, 2012
Artículo indiespensable
Indiespensable
Somos indie (o no)

Lo indie. O lo mainstream. Esa complicada franja divisoria donde parece que «lo comercial» y «lo alternativo» se lían a toallazos mojados, que duelen, ¡ojo!… pero no matan. ¿Dónde están las fronteras que delimitan la categoría de una obra? ¿Qué etiqueta la tilda de independiente o de convencional? ¿Es intrínsecamente necesaria alguna de estas acepciones? Éstas preguntas no sólo son complicadas de resolver, sino que conforman motivo usual de debate a poco que uno coquetee con este mundillo que tenemos a bien el llamar como «indie». No lo dude, vamos a luchar denodadamente para buscar una respuesta, desde ahora y en un futuro, sin olvidar a su vez que a la postre son cuestiones insignificantes frente a lo que los videojuegos en esencia suponen: entretenimiento. Y como entretenimiento, el objetivo no es otro que suscitar el goce del usuario. Por tanto, disfrútelo. Juegue. No sea usted quisquilloso, cuídese de encasillar. De los malabarismos semánticos ya nos ocupamos nosotros.

Sergio Ochoa

Más de un ruido y no pocas nueces

Mariela González ‘Scullywen’

Sin embargo, esa broma en torno a los hipsters que reza «yo era/hacía tal cosa antes de que molara» no está demasiado alejada de la realidad. No es novedad para nadie, a estas alturas de la historia, que lo que comienza surgiendo como algo minoritario, alejándose tímidamente de las corrientes habituales, acaba siendo engullido de manera inmisericorde por la marea tan pronto como comienza a destacar. Y está claro que es lo que estamos viviendo con el término indie. Ya no sólo en el mundo de los videojuegos, sino que dicho fenómeno es perfectamente extrapolable a la música, el cine, u otra serie de artes más o menos bastardas. Ahora nos lo encontramos, en muchas ocasiones, como poco menos que un cebo de las grandes compañías para que caigamos en la ilusión de estar experimentando algo novedoso. Ante un escenario tan cambiante, y con esos nombres poderosos intentando dominar el partido —«poderosos» ya sea en lo referente a su capacidad económica o a la existencia de un público seguidor consolidado— es casi imposible dar una definición de indie que pueda estar vigente más de cinco minutos. Así pues, lo más sólido es irse a lo abstracto, por paradójico que resulte. Empecemos por desterrar algunos mitos.

Qué no es

Hacer juegos con «amor»

Eduardo Garabito ‘Johnny Darko’

Nadie duda de que un creador independiente, después de dedicar meses o años de su tiempo libre, albergue cierto cariño por su obra. Pero igualmente no es de recibo poner en tela de juicio que la criatura de una compañía multimillonaria —o con cientos de empleados y endeudados como ratillas, qué más da— haya sido desarrollado con la misma pasión que imbuye, por ejemplo, a la obra más intimista de uno de esos programadores de garaje, cafeína y noches interminables de ojeras y compilado. Per se ya es extremadamente complicado medir ese sentimiento incluso limitándose a la propia introspección, por lo que un intento de extrapolarlo a los demás es, como poco, una insensatez. Queda claro pues que el videojuego indie no es «amor».

Innovación

Adrián Raya ‘Unforgiven’

Los indies no tienen por qué ser innovadores. Precisamente algunos de los mejores juegos independientes que hemos jugado son simples reposiciones de elementos jugables que ya llevamos décadas disfrutando. Un juego indie no tiene ningún elemento claramente diferenciador que permita catalogarlo con facilidad. De hecho, tal vez ésa sea la característica que los hace destacar entre los otros juegos.

Pixel Art

Toni Martín ‘Pixelsmil’

Si se rebusca entre los inicios del movimiento indie, aparecerán toneladas de juegos pixelados que han ido sobreviviendo hasta la actualidad. Esa intrínseca unión nace en la mayoría de casos por mera necesidad. Rara es la ocasión en la que un programador es a su vez un gran ilustrador, y el carácter amateur de todas estas producciones provoca que se recurra a lo más viable. El píxel es precioso. Es la excusa perfecta para convertir la falta de medios en dulce nostalgia. Por supuesto, no siempre ha sido así y cada vez más frecuentemente se recurre a ese estilo de manera concienzuda para golpear sin piedad a nuestros maduros corazones.

Pero pixel art no es necesariamente sinónimo de indie. Las ganas de experimentar llevan a los juegos de un extremo al otro, pasando por todo un espectro de estilos artísticos en los que la imaginación es la única barrera. Es innegable que seguirán existiendo juegos conducidos por el pixel art, y es que el píxel está de moda por la simple razón de que los que nos criamos bajo su cuadriculada sombra, estamos aquí de nuevo.

Indie es un juego con «el espíritu indie»

Eduardo Garabito «Johnny Darko»

Y ahí va una de tautologías. Definir un término incluyendo el propio motivo de definición no parece una buena idea, pero puede satisfacer temporalmente la falacia de que indie significa algo, mientras la trampa del razonamiento circular mantiene la pelota de un lado a otro del campo. ¿Cuáles son los rasgos del espíritu indie? ¿Cómo hay que apañárselas para seguir teniendo el espíritu indie?

Entretenimiento para un público selecto

Jesús López ‘Alex Súbaru’

¿Cree que no me gustan los videojuegos mainstream? Los botones desgastados de la Play te puede dar una idea de las horas invertidas en el Dark Souls, y sin embargo, en mi estantería tengo la edición coleccionista de Hydorah, Super Meat Boy y Limbo. Despotricar con que los videojuegos alternativos son para hipsters es señalar con el dedo obras como Diamond Flash, y no verlas porque no te lo ha dicho la publicidad televisiva — ¡Tíííío… la caja tonta te vuelve tooonto!—. Sin embargo, aquellos juegos que disfrutas son productos de predecesores independientes y serán padres de videojuegos alternativos que mejorarán la experiencia final. Mainstream e indies no son mejores o peores sino que se compenetran, unos no pueden vivir sin los otros.

Qué es

Independencia económica y creativa

Adrián Raya ‘Unforgiven’

Partamos de un punto de vista pragmático, la palabra indie proviene del vocablo anglosajón «independent», o «independiente», o lo que es lo mismo, que no rinde cuentas a nadie más que al propio creador. Por tanto, un juego indie es aquel que, desde su concepción hasta su edición, no recibe influencias de ninguna otra persona que no esté directamente implicada en su desarrollo. El principal problema de esta definición es que muchas veces no se puede demostrar empíricamente. Está claro que un juego desarrollado por una sola persona en su habitación o en sus ratos libres, el cual se vende en su propia página web es indie; pero un par de pasos más allá empiezan ciertos tonos grises que acaban provocando unas discusiones que ríase usted de la política.

Independencia de publishers y licenciatarios

Víctor Paredes ‘ViWalls’

Uno de los aspectos más llamativos dentro del género independiente, y no vayamos a ser exquisitos llegados al punto, es su precio a la hora de adquirir el producto. En este ámbito, los videojuegos alternativos solucionan esta problemática desde el momento en que no están ligados a ninguna editora, ni por supuesto, a una licencia que pertenezca a terceros: un gasto adicional que en muchos casos llegan a cuestionar la etiqueta de «indie o no indie». Este detalle, junto a otros condicionantes, hacen que el coste definitivo para el usuario medio sea por norma general más accesible, lo que lo convierte en algo más atractivo al público. Además, frente a lo dicho anteriormente, se convierte en una inestimable opción con respecto a la otra oferta de títulos, videojuegos tradicionales a un precio prohibitivo, que conllevan un gasto excesivo en el consumidor. El indie es —a priori— la parte pobre del mundo de los videojuegos, y precisamente por eso ha de ser la más ingeniosa. Se hace valer de la creatividad como principal arma, que es uno de los componentes que más apremia en el sector del entretenimiento. Consideremos esto como un rayo esperanzador dentro de la tiranía de determinadas compañías, que únicamente piensan en vaciar nuestros bolsillos. Consideremos el videojuego independiente como la flecha que ha iniciado la guerra contra todo el material que reluce por su aspecto, y no por el propio valor que porta dentro de su contenido.

La obra de un equipo pequeño

Eduardo Garabito ‘Johnny Darko’

Quizás, el rasgo más importante a título personal de lo que define a un juego como indie. La gran ventaja que un creador independiente posee frente a una gran compañía, es que puede establecer un vínculo comunicativo «de tú a tú» con el jugador. El juego se convierte en una vía de expresión, en un escenario intimista donde alguien expone no sólo un programa, una estética, o una melodía. El consumidor no se limita a «jugar» a un juego. No en vano, en muchos casos se llega al extremo en el que entrar en un juego es traspasar un umbral por el que acceder al universo personal del creador. Pregunten por ahí acerca de un tal Edmund McMillen. Él, como tantos otros, sabe de qué va el tema.

Enfatizar en la búsqueda de otras vías de expresión off the mainstream

Mariela González ‘Scullywen’

Para la que esto suscribe, indie es aquello que busque dar una perspectiva diferente, con las herramientas que sea, y crear una respuesta emocional en el receptor fuera de lo normativo. Puede ser indie un first person shooter con una mecánica completamente tradicional, por ejemplo, si la sensación final que nos aporta, el mensaje subyacente, se aleja por completo de la media. En el otro extremo de la industria, las grandes compañías, por mucho que intenten buscar esa falsa imagen alternativa, siempre terminarán apostando por lo seguro, por ofrecer el resultado dentro de unos referentes conocidos en los que el público se sienta a gusto, en un entorno cómodo (esto no significa que no haya honrosas excepciones, claro). El que apuesta por el indie, en cambio, se lanza a la piscina buscando un viaje por senderos desconocidos y una meta que sea capaz de apelar a la sensibilidad, ya sea a través de la estética, de la narración o del recuerdo.

Experimentar

Jesús López ‘Alex Súbaru’

Vivir una vida en unos minutos con Passage (2007), protestar contra la autoridad en Police Brutality (2008), crear historias para tu amigo en Sleep is Death (2011). Los videojuegos indies no están creados para divertir del mismo modo que los monólogos. No siempre su finalidad es hacerte reír, sino transmitir una idea, un mensaje, para cambiar la mentalidad del jugador y experimentar. Los juegos indies no entienden de etiquetas, aunque en los más «comerciales» —como Super Meat Boy (Team Meat, 2009)— su cliché sea la plataforma. Aunque macabra y difícil, títulos como los anteriormente citados son pequeñas obras realizadas por la mente de un artista, [en este caso Jason Rohrer], que quiere transmitir su idea. Títulos simples, en ocasiones rozando la línea divisoria del producto final al del prototipo cuya finalidad independientemente de su aspecto es justo la que el programador necesita. Disfruto jugando, conociendo y experimentando con el proyecto de la persona que está tras el código.

Adrián Raya ‘Unforgiven’

Los indies son ese «factor X», esa piedra en el zapato, esa sensación de mariposas en el estómago que llega cuando se hace algo de una manera distinta a como se venía haciendo durante toda la vida. Y por eso, para saber si un juego es indie, hay que jugarlo, saborearlo, experimentar esa comunicación con el creador que sólo es posible mediante un videojuego.

Indie is not dead

Sergio Ochoa

Lo que, en principio, pueda parecer uno de los pilares del movimiento anarquista, es trasladado, en más de una ocasión, al videojuego alternativo de una manera obvia. La autogestión, y sobre todo el tópico «punk» de hazlo tú mismo, es el cimiento en el que se conciben, desarrollan, plasman y difunden estas obras, ya sean con pretendido acercamiento artistico, con el ánimo de destacar en la red, o simplemente la gratificacion de ver como tu idea llega a todo el mundo.

Desde meter un prototipo (del modo más anticuado) en un disquete, llevar tu juego en un CD o, como en los tiempos que corren, colgarlo en internet, el sello indie, debe tener un carácter emprendedor y por qué no, agresivo. Por nuestra parte, como usuarios y consumidores, tenemos la posibilidad de integrarnos en el proceso de desarrollo y distribución. Debemos predicar con el ejemplo, alentar la autonomía de los juegos independientes y loar sus virtudes a los cuatro vientos. De esta forma creamos un vinculo de comunicación y simbiosis que dificilmente puede darse en un título mainstream.

OUTRO

«Qué es indie. ¿Y tú me lo preguntas? Indie eres tú»

Eduardo Garabito ‘Johnny Darko’

A veces es más sencillo definir un concepto por exclusión, aunque no me atrevería a señalar que tal es el caso. De hecho, tras abjurar de un buen puñado de aspectos que decididamente no definen a este vastísimo y dispar universo, no nos queda sino emular al gran Galileo Galilei, y rematar nuestros reniegos con un sutil encogimiento de hombros y un salomónico eppur si muove. En última instancia, la experiencia personal y la propia perspectiva son tan importantes en una teórica definición que, con gran probabilidad, lo más sensato sea aceptar que «lo indie», sin acogerse completamente a ninguno de tales conceptos, contiene un poco de todo lo anterior, evidenciando tantas nuevas flaquezas como perspectivas aporta cada prisma adicional bajo el que se estudie. A la vista de los innumerables matices que pueden perfilar dicho término, una definición categórica es, si no imposible, prácticamente quimérica.

Ni siquiera osen imaginar que nuestro intento de sintetizar en unas palabras el espíritu del videojuego indie queda aquí. Aún nos quedan miles, millones de obras vibrantes —no solo interactivas— por desgranar, y tantas otras que están por venir. Lo que desde aquí podemos asegurar sin temor a equivocarnos es que en indie-o-rama amamos el videojuego indie tanto como la cultura popular que lo asienta y enriquece. Y de aquí en adelante, nuestra mayor ambición será el haceros partícipes de esta pasión. Damas y caballeros, se abre el telón. Bienvenidos a indie-o-rama.

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