19 de noviembre, 2014
Artículo indiespensable
Indiespensable

Battleblock Theater
The Behemoth
2014
Plataformas
Windows, Linux, Xbox Live
http://blog.thebehemoth.com/

Battleblock Theater

No puedo dejar pasar la oportunidad para decirle al mundo que estoy jugando al Saints Row IV (Volition, 2013). ¿Cómo puedo hablar del Saints Row si aquí hemos venido a tratar otro tema? Bueno, voy a buscar una forma de enlazar. Espera, sí, ya lo tengo. Permítanme que me explaye un poco a continuación.

Entre su predecesora y la cuarta parte de Saints Row tan solo pasaron dos años. Un tiempo irrisorio para plantear un juego desde cero con estas características. Así que lo que hicieron los inteligentes señores de Volition fue plantear una secuela directa entre uno y otro, alejándose (aun más) de la idea que tienen en Rockstar sobre sus GTAs. No puedo evitar ver demasiadas similitudes entre The Third y IV. Es una especie de gran mod. Un lavado de cara gigante, pero donde todo continua más o menos igual. El Blood Dragon de este Saints Row.

Hay una forma de excusar esta repetición tan flagrante de escenario y gráficos. Una invasión alienígena ha encerrado a nuestro protagonista en una simulación de aquel Steelport que vimos en la tercera parte. Para justificarse, Saints Row IV ha encerrado The Third dentro de una ficción sujeta a su nueva narrativa. Esto ayuda, además, a crear nuevas mecánicas y una sensación de novedad gracias a los poderes, puro hackeo de la simulación.

No puedo parar de pensar en Battleblock Theater (The Behemoth, 2014) y su similitud con este proceso para justificar su descacharrante propuesta. Los videojuegos nunca han necesitado de una justificación interna para sus fantasías, sus planteamientos ridículos y sus ideas marcianas.

Encallamos, junto a nuestros amigos, en una isla llena de mininos que necesitan diversión y un ser superior autoritario ante el que postrarse. Seremos nosotros un cristiano en el circo. Un folio en blanco que se someterá a todo tipo de niveles delirantes para poder rescatar a sus amigos y poder fugarse de esa isla llena de desquiciados felinos. Es así de simple: cada nivel es una función y nosotros somos el protagonista-victima principal de cada acto.

Esta ficción superior tiene la función de cohesionador entre nivel y nivel. En vez de un mapa, un territorio por el que debemos viajar, estamos dentro de una cárcel y cada mundo que superamos nos acerca más a la salida. También ayuda el narrador, quizá el plato fuerte del juego. Una voz titubeante que parece improvisarlo todo, mordaz y cínica, que nos contará a medias la historia, con más énfasis que seriedad.

Aquí se acaban las similitudes entre el título de The Behemoth y el de Volition. La ficción como un ser que nos atrapa, nos subyuga, pero nos da un motivo para estar en el mundo. Aun así, gracias al segundo he encontrado una verdad –una perogrullada- sobre el segundo.

En Saints Row IV eres un ser cambiante y modificable. Cada partida tendrá un personaje distinto, no solo físicamente, sino que tanto sus poderes como sus características serán distintas a las mías. Porque el avatar aquí es un ser mutable en el momento en que yo aparezco como demiurgo. En Battleblock Theater, sin embargo, no ocurre esto. No puedo modificar a mi personaje, más que por una serie de máscaras desbloqueables.

¿Cómo no me había dado cuenta de esto antes? ¿Por qué no lo vi en Fez o en Braid? La forma en que yo afecto al juego pasa, en primera estancia, por cómo yo interactúo con mi personaje. Pero si no puedo interactuar con mi personaje, si no puedo mejorarlo, si no puedo variarlo ni modificarlo. ¿Qué me queda?

Battleblock Theater parece responderme a estas dudas, parcialmente. No es el personaje en el que tienes que fijarte. Nunca lo ha sido. Todo el juego está construido alrededor de sus niveles, de cómo están estos creados y las posibilidades (se antojan ilimitadas) para diseñar otros nuevos. Yo no interactúo con mi personaje, pero sí hago que este interactúe con el escenario en el que se encuentra. Battleblock siempre ha tratado sobre un teatro, nunca sobre sus actores.

Fuente

Hay momentos en los que te dejas llevar. Cubos dispuestos de tal forma para avanzar sobre el terreno sin tener que mover un botón. Quizá la culpa de todo la tenga Minecraft y su adoración al bloque. No puedo evitar encontrar conexiones entre el triunfo de uno y la existencia del otro. Al igual que en Minecraft cada bloque tiene una función, en Battleblock cada cubo nos hará resbalar, pegarnos al suelo, salir disparado o atravesarlo.

Battleblock Theater no sorprende precisamente por su mecánica. Tampoco es extremadamente difícil, lo que haría las delicias de algunos masoquistas confesos. Sin embargo, su envoltorio es atrayente, absorbente y divertido, en un punto justo entre el intento fuerte por hacer gracia y lo poochie. Una personalidad perfecta para destacar entre la multitud.

Pero los juicios de valor, así como la exposición, aburren a cualquiera. La diversión en Battleblock Theater se encuentra en cómo el jugador afronta los retos propuestos y cómo crea nuevos retos. Es un juego perfecto para speed runs y para escenarios editados de forma imaginativa. Quizá tenga más valor las creaciones del usuario que lo que el juego propone como aventura. El autor ha muerto, viva el jugador. Pero eso nos daría para otra entrada.

Acerca de Diego Freire


Pequeño burgués posmoderno, cuyos placeres poco culpables son las películas de hostias con machos alfa, las novelas pulp con mujeres ligeras de ropa y quedarse en casa mientras la gente va a conciertos. Podéis leer más desvaríos del muchacho en su portfolio.

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