27 de marzo, 2013

The Last Door
The Game Kitchen
2013
Terror
PC, Mac OS X, Linux
www.thelastdoor.com

The Last Door

Las habilidades culinarias de los chicos de The Game Kitchen son de lo más diverso, algo que ya sabemos desde que se pasaron por indieorama a charlar un rato. Ya entonces se hallaban sumergidos en lo que sería su siguiente trabajo, bastante alejado de los terrenos que habían pisado por aquel entonces. Con The Last Door, un proyecto episódico que consiguió la financiación buscada a través de Kickstarter, se lanzan de lleno a recorrer los neblinosos senderos del género de terror. Nada menos que con cuatro episodios, de los que ya está disponible el primero, y con el píxel-art como seña de identidad.

Son muchos los títulos indie recientes que apuestan por el minimalismo gráfico en materia de terror o suspense, en una corriente que busca extraer la sensación pura, huir del artificio para pulsar ese punto en nuestra espalda que activa el escalofrío. The Last Door echa mano, además, de dos padrinos de excepción, dos referentes indiscutibles en esta idea: H.P. Lovecraft y Edgar Allan Poe. Ya nos dijeron en su momento, con respecto a la influencia del primero, «que no íbamos a ver a Cthulhu», una frase que encierra más de lo que parece; y es que, como sabe cualquiera que haya leído al soñador de Providence, el gran valor de su obra no está realmente en el legado de esos ominosos monstruos primigenios, sino en la forma en que nos transmite ese terror salvaje que nuestro raciocinio encierra y guarda tras puertas infranqueables en nuestro día a día.

La sombra de Lovecraft es más que evidente desde nuestros primeros pasos en este capítulo inicial de The Last Door. La narración aprovecha esos escenarios comunes en alguna de sus historias, esas campiñas dominadas por mansiones solitarias (y aquí podríamos irnos un poco más atrás, a William Hope Hodgson y su novela La casa en el confín de la Tierra, por ejemplo), y recrea su particular atmósfera con bastante acierto. Aunque esto, no obstante, es también un arma de doble filo. Sí, el juego es lovecraftiano sin duda, y precisamente por ello algunos detalles pueden resultar predecibles a quienes estén habituados a recorrer los pasillos tenebrosos de la mano de dicho autor. En cuanto a Poe, en este episodio tenemos algunos guiños a las que probablemente sean sus historias más conocidas como homenaje.

La voluntad narrativa de The Last Door se plantea, así, en una doble vertiente: tanto por las paradigmáticas referencias mencionadas como por su carácter episódico. También en el desarrollo, a través de los ojos de su protagonista, se refuerza esta orientación; nos involucramos en primera persona gracias a sus pensamientos, y los huecos en la historia van siendo rellenados mediante misteriosos diarios y cartas. Esto convierte al juego más en un relato interactivo que en otra cosa, aderezado con una excelente composición musical de Carlos Viola (al que deberían lloverle las ofertas después de su trabajo aquí). Y por este motivo puede saber a poco a quienes esperen una aventura gráfica de mayor calado. Los puzles no resultan especialmente complicados, y en un título de estas características, que mima especialmente el contenido literario, habría sido deseable que se integraran en mayor medida con la narración. Algunas de nuestras acciones, planteadas desde el punto de vista de nuestro personaje, pueden provocarnos una sensación de extrañamiento, de incoherencia con lo que resultaría más lógico dado el contexto.

¿O quizás todo, incluso lo que parece ilógico en un primer momento, tiene una explicación? No debemos olvidar que estamos ante el primer capítulo, más bien un prólogo, o al menos así lo parece. No me extrañaría que en The Game Kitchen se estuvieran frotando las manos al detectar alguna que otra mirada de desconcierto hacia su obra. Hay potencial en las ideas, desde luego, que esperemos que sepan explotar y depurar en la dirección adecuada. Consiguiendo que, como en un buen relato, nos aferremos a los brazos de la silla cuando el misterio o los grandes puntos de inflexión sean revelados; cuando esos cabos que parecían sueltos se entrelacen sacudiéndonos la mente. El inicio de The Last Door se antoja tibio, pero no está exento de esperanza.

Acerca de Scullywen


Una especie de bundle friki con patas: videojuegos, rol, juegos de mesa con muchas piececitas de colores, ciencia ficción y fantasía a tutiplén, cómics, series de esas que no tienen audiencia y pueblan los sueños húmedos de Joss Whedon... También escribo cosas, y a veces lo hago con las manos. Y con un gato encima del teclado.

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