24 de noviembre, 2014
Artículo indiespensable
Indiespensable

Fist of Jesus
Mutant Games
2014
Parodia, brawler
Digital Steam
www.fistofjesus.com/

Fist of Jesus

Una anécdota de universidad: estaba yo y mi colega Undeath (un greñudo metalero) ociosos por la ausencia de un profesor cuando decidimos ir a tomar el sol a la puerta de la biblioteca de la universidad de Málaga. En esto que ambos éramos de la afición de crear historias (dos de mis ficciones interactivas están basadas en sus relatos) que nos pusimos a fabular: me dice mi colega con sorna «¿Te imaginas que Jesucristo fuese un vampiro?» Y yo le respondí emocionado, «Vamos a sacar una Biblia de la biblioteca». «Es la primera vez desde que llevo aquí que alguien viene a sacar una Biblia.» me dice el bibliotecario. Y yo me lo creí, pues era la única que tenían y estaba muy deteriorada por el tiempo, pero no precisamente por haber sido muy usada, sino todo lo contrario, por dejadez y falta de querencia.

De vuelta al agradable sol de la costa repasamos la pasión de Cristo según el legado de los apóstoles y procedimos a crear la historia de «Jesucristo Vampiro» (que todavía debo de tener por ahí en alguna de mis «libretas de las ideas»). El caso es que ¡coincidía! Cada escena de la pasión era fácilmente explicable con nuestra teoría. Comenzaba, pues, desde el Monte de los Olivos y su conversación con el ángel. Éste era en realidad un vampiro que transformaba a Cristo para hacerle capaz de «superar» la difícil prueba que le esperaba. Esto explicaría por qué Jesús aguantó el calvario sin desatar su ira y su poder sobre los judíos: el sol le mermaba la energía. A la par, su condición de vampiro le permitiría sobrevivir a la terrible pérdida de sangre. Ya en la cruz, Jesús permanecía atrapado pues los clavos eran de plata y le producían «daño agravante», y bueno… Tras caer en el sopor de la no-muerte, a los tres días resucitó probablemente debido a un ritual sangriento por parte de sus discípulos, tras lo cual Jesús compartió con ellos «su carne y su sangre», perpetuando así hasta el día de hoy la estirpe vampírica que gobierna el mundo, refugiados bajo las sotanas del Vaticano.

Historias de universidad aparte, era cuestión de tiempo que alguien bromease con la resurrección de Lázaro y la aplicase al subgénero más popular de la ficción en el siglo XXI: los zombies. Este es el hilarante argumento de la no menos hilarante Fist of Jesus (2012), una película en formato corto creada por David Muñoz y Adrián Cardona, donde se nos muestra a un Jesús, acompañado de su fiel aunque cobarde compañero Judas, dispuesto a dar su mano por los que lo necesitan, pero también a cerrarla en un poderoso puño destinado a salvar a la humanidad de la pandemia, salpicándolo todo alrededor en el proceso de sangre y vísceras de los recientemente transformados. Es un multipremiado corto de unos quince minutos que recomiendo muy fuerte a menos que este tipo de contenidos puedan herir tu sensibilidad: es muy gore, muy irreverente y muy blasfemo, que dirían otros.

Cuando llegó la nota de prensa con el juego disponible a la redacción de Indie-o-rama el escepticismo era fuerte. «¡WTF!», exclamaban algunos «¿Pero qué es esto?», preguntaban otros. «Te cagas en la manta», sentenció Mariela. Por otra parte el tráiler, que usa acertadamente elementos de la película (cosa que el juego después no aprovecha), prometía mucho: no hay nada mejor que un brawler de origen tan inspirado y con un estilo parecido a Castle Crashers (The Behemoth, 2008). En definitiva, es un juego que yo en particular echaba de menos, y del tipo que no debe de faltar en el sofá de un salón.

Fist of Jesus, el videojuego, me produce sentimientos encontrados: por un lado el estilo es muy «juego flash», ya sabes… el estigma de parecer un juego flash en detrimento de la calidad subjetiva que le damos a un juego que lo parezca. A las claras, que parece amateur. Pero claro, The Behemoth ha demostrado con creces que el estilo de cómic de humor irreverente funciona muy bien con juegos hardcore, y Fist of Jesus en ese aspecto no decepciona. La lucha y el feeling arcade está muy bien realizado. Su combate machacabotones basado en combos, a pesar de leves inconsistencias aquí y allá, funciona muy bien, y en el momento en que te haces con una cadena/látigo y la escuchas chasquear contra el suelo te das cuenta que los chicos de Mutant Games han hecho su trabajo, han trasladado de forma efectiva el feedback de los arcades de luchas callejeras al mundo de hoy, con sus juegos freetoplays, su grinding y su maldita monetización… ya veréis, ya. Y todo está armonizado por una excelente banda sonora de estilo de película spaghetti western. Por otro lado, hay elementos que denotan ese cierto grado de amateur; por ejemplo, las instancias de sonidos iguales se pueden acumular hasta el infinito causando una cacofonía molesta al oído (el conteo de puntos al final de cada fase, o golpear con una kame kame ha a decenas de barriles a la vez). Ciertos aspectos del combate no están afinados, como el radio de golpe de los mini-bosses que es excesivo, y la anchura de colisión de algunos ataques que es demasiado amplia impidiendo poder apuntar con efectividad y colar los peces (balas) entre la horda para golpear a un enemigo en concreto (los malditos leprosos explosivos).

Pero lo peor de todo es que Fist of Jesus es un juego sobrediseñado. Verás, yo no necesitaba más para ser feliz con este juego: el arcade, las hostias, un escenario con scroll, enemigos de fin de fase y punto; lo que viene siendo el desarrollo normal de un brawler. Pero es evidente que este juego está diseñado con el freetoplay en mente, está diseñado explícitamente para las plataformas móviles y las tendencias actuales en cuanto a explotación de contenido, y luego lo han reempaquetado como un juego premium para Steam. No tiene fases a modo de escenarios largos que hay que recorrer, sino que en su lugar hay porrocientos niveles en plan arena, cada uno con unos objetivos a cumplir para considerar la fase superada. Esto hace que los niveles parezcan meras repeticiones que tan sólo aumentan la dificultad a base de echar y echar cada vez mayor número de enemigos. Llega un momento en que se interpone un muro de dificultad que hay que superar a base de mejorar las características de personaje con las monedas ganadas. Lo cual lleva a un inevitable grinding que muestra de forma clara el diseño orientado a la monetización freetoplayera. Ha llegado un momento en que incluso he tenido que repetir todas las fases desde el principio para lograr las monedas necesarias que permiten aumentar el poder para poder seguir avanzando. Todo esto era innecesario. Un tiempo de diseño y desarrollo que bien se podían haber invertido en la característica que más he echado de menos: ¡no se puede jugar a dobles!

A pesar de las críticas vertidas, de que Mutant Games aún deba pulir su armamento en lo referente a programación, el innecesario pero comprensible diseño freetoplay (tienen un producto listo para llegar al resto de plataformas móviles), el innecesario grinding y la imperdonable ausencia de un cooperativo local (¡mejor aún! con 12 personajes seleccionables, uno por cada discípulo), no puedo de dejar de recomendar Fist of Jesus. La parte arcade está reforzada con elementos de RPG, combos, fatalities y poderes especiales que son diferentes según el personaje elegido (puedes cambiar de personaje en mitad de la acción, en plan lucha libre), el grafismo y los textos son hilarantes, realmente graciosos, de esos que te hacen soltar una carcajada de vez en cuando (originales, no aparecen en la película), y en definitiva, todo está dotado de ese malsano cachondeo blasfemo que sinceramente… lo hace tremendamente divertido. Espero que Mutant Games vuelva a la carga con una segunda parte espiritual orientada a satisfacer al público hardcore y con un diseño más escueto, más arraigado en la tradición arcade y no en las tendencias freetoplay, que, sinceramente, siento que están arruinando los videojuegos.

Acerca de Ruber Eaglenest


Es diseñador de videojuegos, co-fundador de la compañía familiar Wingless Little People. Editor de Indie-o-rama, crítico, escritor, y entrevistador, además es autor de Ficción Interactiva (o Aventuras Conversacionales) y teórico del medio, donde es conocido como El Clérigo Urbatain. En sus ratos libres es arqueólogo de mundos video-lúdicos virtuales.

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